
Me pasa muy seguido esto de tener ganas de escribir, de empezar una hoja en blanco y querer obtener, al final, eternos renglones interesantes entre los que deslizarse y deleitarse con la vista.
Sin embargo, cuando me encuentro frente al vacío no se bien con qué llenarlo, quiero buscar un tópico. ¿Algo anecdótico? ¿Abstracto? ¿Partir de una imagen? ¿Dejar volar mi imaginación y pasear de tema en tema, o focalizarme en uno y ver cómo me escurro hasta encontrarle la vuelta?
No quiero resignarme a que es sólo un capricho de escribir sin argumentos. No creo que sea por nada que uno siente deseos de empezar a escribir. Cuando hay ganas de arrancar con algo…no se, no creo que exista algo más genuino que ese hilo de energía que recorre el cuerpo. Yo siento que se me va a las manos. Hablo de lo que quiero hacer y no paro de moverlas. Se me estiran los dedos, solitos, no los controlo. Como si estuviera por alcanzar algo. Como si haciendo eso las cosas fueran a suceder más pronto.
Me pongo a pensar en qué pasaría si uno le hiciera caso más seguido a sus propias manos.
Las manos pueden decir muchas cosas. Son mi parte favorita del cuerpo, pero el favoritismo va más allá de un simple atractivo. Tienen algo; tienen más historia que muchas facciones, más gestos que el resto de nuestro físico, y sobre todo, no saben mentir (al igual que los ojos). Están ahí, sucias, limpias; con uñas cortaditas, desprolijas o bien largas.
Yo me como las uñas, me saco los pellejitos y casi siempre tengo las manos frias, pero muy inquietas.
Mi mami tiene siempre las manos cansadas. No es extraño ver algún corte, una quemadura, o simplemente notarlas maltratadas por el frío, el sol o el agua. Cruza siempre los dedos. Pero no como deseando buena suerte. Los cruza en forma de cruz. Cuando esta de buen humor y un poco extravagante se pinta las uñas de rojo. Cuando esta de mal humor, no las corta ni las pinta. Cuando esta serena, se las corta, pero no las pinta.
Sorrrt. Tiene manos torpes, pero siempre están calientes, incluso en invierno (no me pregunten como lo se, pero lo se). Son manos cálidas, manos para agarrar cosas grandes. Manos para unirse a brazos que abrazan mucho. De cara, Sorrt parece un poco distante, pero de manos, de manos es auténtico. Un poco raro, pero autentico.
Andreita tiene manos pequeñas y delgadas, que dicen muchas cosas. Pueden susurrar un “que tengas buen dia” sin que nadie más se de cuenta. Son muy sencibles y tambien cuentan secretos. Y es bueno eso, especialmente que solo lo sabemos nosotros.
Las manos de Xime son prolijas. Las uñas siempre largas, no le gustan sus uñas cortas. No le gusta pintarlas de colores, pero los colores sin las uñas le gustan mucho. Tiene manos de amiga nerviosa, que se despinta el brillito sin usar una gota de quitaesmalte, y valiéndose sólo de la precisión de la otra mano, que despinta. Tiene manos que no paran de moverse, sacar y poner anillos, destapar lapiceros y llamar la atención del resto del mundo. Cuando Xime está nerviosa, su cara se ríe y sus manos se descolocan, saltan de una a la otra y tratan de contar al mundo lo que mi amiga no quiere contar.
He aquí entonces la parte del cuerpo que me resulta muy expresiva (pero la mas expresiva es la vista, la mirada).
Ahora estas manos se tienen que poner a trabajar para llenar esta hoja en blanco. Espera… ahora que lo miro, antes de que me diera cuenta, ya hicieron todo el trabajo. Decidieron, en un arranque de rebeldía y revelación, hablar un poco de ellas, de nosotros y de mi.
PD. Las manos que he descrito, no son todas las que conosco, son las que miro muy seguido o son las que me parecen mas expresivas y me llaman mucho la atencion.